Jesús fundó su Iglesia dotándola de una estructura, eligiendo a los Doce Apóstoles con Pedro como su Cabeza (cfr. Mc 3,14-16). Los Obispos, sucesores de los Apóstoles, constituyen un Colegio, cuya cabeza es el Papa, sucesor de san Pedro[1]. Este Colegio ejerce sus funciones de muchas maneras, una de ellas es a través de las Conferencias Episcopales que existen en las distintas naciones[2].