El Proyecto Global de Pastoral 2031+2033 comienza con una mirada de la realidad que los obispos hacen con ojos y corazón de pastores. “Acercarse a la realidad del mundo y del Pueblo de Dios, es el punto de partida para apacentarlo y un lugar sagrado para sus pastores, porque en ella se encuentran las alegrías y las esperanzas más profundas, además ahí contemplamos los dolores, las luchas y los sufrimientos más sentidos. Queremos acercarnos a ella con los ojos bien abiertos para contemplar este bendito espacio de vida, alertar bien nuestros oídos para escuchar los gritos de nuestro pueblo y encender nuestro corazón para acoger con fe y un profundo amor, la voz del Señor que se manifiesta a través de ella” (PGP 22).
Los obispos miran la realidad global, de México y de la Iglesia. Este acercamiento lo hacen como miembros de un pueblo redimido por Jesucristo y amado de María de Guadalupe.
Miran como Jesús, las heridas y esperanzas de un pueblo que experimenta en ocasiones el camino de la oveja que no tiene pastor (cfr. Mc 6, 34) enmarcadas en “un cambio de época con diferentes matices, como un extraordinario giro histórico que se percibe en todos los campos de la vida humana, arrastrado por un desarrollo científico, innovaciones tecnológicas sorprendentes y sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida (cfr. EG 52)”(PGP 20).
El cambio de época es un un período de tiempo en que el ser humano no entiende lo que sucede en el mundo, porque siente que los esquemas que usa para explicarse la realidad, ya no le sirven. No está cambiando algo, cambió alguien: la persona. Los obispos se muestran perocupados por la llegada de una nueva cultura que desdibuja y mutila la figura humana y que identifican como el núcleo cultural fundamental: ¡la negación de la primacía del ser humano! es decir, una profunda crisis antropológico-cultural, a lo que el Papa Francisco suele llamar “cultura del descarte” (EG 53).
En el PGP los obispos reconocen que el proceso de esta transformación que vivimos trae consigo cambios, que incluso ellos Obispos y muchos presbíteros no alcanzan aún a comprender, por lo que es muy difícil tener una respuesta adecuada y pronta ante la profundidad y rapidez con la que están sucediendo. En voz de los obispos, la Iglesia en México interpreta este hecho “como el paso del Señor que hay que discernir para realizar lo que el Señor pide a su Iglesia en este momento histórico” (PGP 24).
El PGP tiene como enfoque fundamental “sanar todas las relaciones básicas de la persona” (PGP 21) de ahí que las personas y las familias deben ser el centro de toda nuestra acción pastoral y “solo gracias al encuentro -o reencuentro- con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada, de la autorreferencialidad y de nuestro egoísmo como único referente… Esta verdad será el eje conductor de la respuesta pastoral de la Iglesia mexicana a la realidad que nos interpela”, dicen lo obispos en el No. 89.
Los obispos animan nuestra esperanza, pues ante esta realidad, asumen “con corazón de padres y hermanos, esta oportunidad con una profunda confianza, más no con ingenuidad, sino con ojos de fe y corazón de Pastores (DP 163) que han de conocer las necesidades del Pueblo cristiano, para involucrarse en ellas y potenciar todas aquellas iniciativas que favorezcan la presencia del Reino de Dios”(PGP 26).
Y tal como sucedió en la pesca milagrosa cuando Pedro dijo: “Voy a pescar”, hoy al llamado de los obispos, sucesores de Pedro, decimos como los apóstoles: “vamos contigo” (Jn 21, 1-11).